Por Esteban Mauricio Soria
Marc
Soucy es un compositor
estadounidense con una trayectoria que se remonta a los años 80, aunque recién
en tiempos recientes comenzó a publicar su propio material. Luego de trabajar
como productor a tiempo completo entre 1997 y 2011, su regreso al ruedo creativo
vino con STIR: Soundscapes Evoking Realities Only
Imagined, una serie de piezas musicales que fusionan la electrónica
y lo cinemático en composiciones que funcionan como unas pequeñas películas
sonoras. Su obra ha sido destacada por su refinamiento, su libertad estilística
y su capacidad de conmover con texturas complejas. Cada canción es un mundo, un
fragmento de historia imaginada con la precisión de un guionista y la
sensibilidad de un compositor de cámara.
En “The Tong”,
el compositor se sumerge en un episodio feroz de la historia: el tiroteo en el
barrio chino de Boston en 1991, por el que cinco hombres fueron asesinados en
un club nocturno como resultado de una disputa entre dos pandillas rivales por
el poder. Lejos de la crónica policial o la reconstrucción factual, Soucy opta
por un enfoque más atmosférico y simbólico. A través de un instrumental que
combina electrónica con cuerdas clásicas y una inspiración en la música
tradicional china, el video nos ofrece una narrativa visual donde el misterio,
la tensión y la violencia se conjugan.
Desde los primeros
compases, el espectador es transportado a un mundo en tensión, los
sintetizadores arpegiados se presentan y marcan el ritmo de la canción. Musicalmente,
recuerda muy lejanamente a soundtracks de películas de acción como “Techno
Syndrome” de la popular película de Mortal Kombat.
La inclusión de
instrumentos o sonidos que remiten a la tradición china (como el gong o el guzheng)
refuerzan la identidad estilística musical buscada para mostrar esta historia
de territorio y poder que atravesó el barrio chino. El videoclip, sutil y
sugestivo, construye un posible escenario detrás del crimen real: una venganza
entre clanes mafiosos. Lo hace sin necesidad de diálogos ni escenas explícitas.
Basta con los gestos, las miradas, el ritmo pausado del montaje y el crescendo
emocional que acompaña a la música. El manejo de las tensiones, los crescendos,
las pausas musicales y los arreglos por Soucy para que la obra no se sienta
monótona y fluya en la obra es magistral, lo que denota una gran creatividad y su vasta experiencia en el
campo artístico.
Con “The Tong”, Marc hace que el arte pueda mirar de frente a la oscuridad y convertirla en una belleza inquietante.