Por Esteban Mauricio Soria
El primer disco de ReeToxA, Pines Salad, es
el testimonio de una vida marcada
por la pérdida, la introspección y la resiliencia. Jason McKee, el hombre detrás del proyecto,
lanza este álbum como quien deja caer una caja de cartas escritas con el alma
durante décadas, cada una impregnada con una experiencia vivida.
Jason
McKee comenzó a escribir canciones en su adolescencia, pero fue recién en 2025
que decidió compartir su música con el mundo.
Después de tomar un curso de Pro Tools en RMIT, conoció al
productor Simon Moro, quien lo ayudó a dar forma a Pines Salad. El álbum fue grabado en Melbourne
y cuenta con la colaboración de músicos de renombre, como Kit Riley (bajo),
James Ryan (guitarra) y Peter Marin (batería). Pines Salad reúne 14 canciones que oscilan entre el grunge y
el rock alternativo. Las influencias de Nirvana, Pearl Jam, Queens of the Stone Age, The pixies, los Beatles y
hasta los Beach Boys aparecen de manera natural.
El álbum abre con “Alcohol”, que establece el acento rockero del álbum con
guitarras distorsionadas y una voz rasposa que evoca la esencia directa del
grunge. En “Amber”, escrita cuando era adolescente, McKee parece cantar sobre
un amor no correspondido y la confusión emocional que ello provocó —“My head
was my heart with my mind so low / If you opened your heart, our love could flow”.
El protagonista parecería hablarle a una figura del pasado desde la
inseguridad, preguntándose una y otra vez cuál es su lugar en la relación.
“Avocet Court” baja la intensidad con un clima más suave y acústico, donde se
deja ver el costado más contemplativo de McKee. La letra gira en torno al vacío
que sintió en la infancia y sus ganas de huir.
Luego, llega “Bobbie”, uno de los singles elegidos
y probablemente la canción más conmovedora del disco. Escrita para su madre,
quien falleció mientras McKee estaba en prisión, es una balada que recorre la
culpa, el duelo y la necesidad de memoria. La voz parece a punto de quebrarse
todo el tiempo, y eso le da una fuerza interesante. [Hemos hecho una reseña más
detallada de esta canción aquí]
Mientras a partir de “Footscray”, el álbum retoma
el vuelo rockero que abrió el disco. Es una canción clásica que enciende
nuevamente motores, le canta sensualmente a una chica que conoció una vez. “HMAS
Cerberus” sigue el ritmo y remite a su tiempo en la marina australiana. Uno
puede imaginar al joven McKee viendo la costa alejarse desde un barco, mientras
interiormente se llenaba de preguntas que luego alimentarían su obra.
Más adelante tenemos otro de los singles elegidos
para el disco, “You” es otra canción rockera, que trata acerca de otra
experiencia de la vida: el divorcio. Es otra canción que también hemos reseñado
con más detalle aquí.
En general, las canciones tienen una marca inconfundible de los 90 y del rock clásico; bajos y baterías enérgicas, y al
frente, guitarras con inflexiones grunge, tomas vocales crudas, pero con una
producción muy fresca, actual y sofisticada.
La producción, a cargo de Simon Moro, es impecable, sonoramente muy cuidada y profesional. Si bien las colaboraciones con músicos les dan un vuelo maravilloso a las canciones, el centro de todo es siempre la voz y la visión musical de McKee. Si bien es un álbum debut, Pines Salad se siente como una obra madura y trabajada. Escucharla es abrir una puerta a una historia real contada sin filtros, transformándose en un acto artístico muy personal e interesante para descubrir.