Por Esteban Mauricio Soria
El 31 de marzo de este año, el artista australiano Jason
Mckee junto a su banda ReeToxA, lanzó su álbum debut Pines Salad. En él,
destaca "Bobbie", una canción que está dedicada a su madre
fallecida. Acompañada por un videoclip dirigido por Josh
Rockman, la canción retrata la experiencia desgarradora de perderla mientras
cumplía una condena en prisión. Con la música como único refugio, la balada apuesta
por la contención emocional y convierte el dolor en una forma artística.
La estructura es cíclica y repetitiva, como un
pensamiento que vuelve una y otra vez al mismo lugar. Esto también está
reforzado por la repetición de palabras en la letra: “fine, fine,
everything’s fine / ‘cause music’s my friend”. La letra navega
constantemente entre la reclusión, la pérdida y el paso del tiempo, convirtiendo
a la canción en una especie de audio-diario, de alguien que no pudo cerrar su
duelo. En esa supuesta afirmación de que todo está bien se filtra que todavía
el dolor está presente.
Aunque no sabemos las causas que llevaron a esta situación, en uno de los versos más duros, el artista dice: “fifteen minute calls cover thirty eight
years”. Interesante es esta elección de hiperbolizar el tiempo:
en 15 minutos de llamada desde la prisión intenta resumir y comprender casi
cuatro décadas de vida, de errores, de distancias. Ese verso resume el
tiempo perdido y la brevedad de los vínculos. Poco después, llega la
noticia devastadora: “sorry
to say bro got some bad news / she’s gone and left today / sorry it’s
true”. La muerte de su madre ocurre
mientras está preso, y no puede despedirse, no puede verla una última vez. Esa
impotencia se convierte en el eje emocional del tema.
El videoclip fue dirigido por Josh Rockman y
filmado en el muelle Kerferd Rd Pier en un día nublado, potencia el sentido de
soledad y vacío. Jason Mckee deambula por la orilla como un alma que busca
señales del más allá. La elección del entorno gris y ventoso subraya el estado
emocional del artista. Pero el recurso más impactante es la inclusión de imágenes
caseras de los años 80, en formato VHS, donde aparece su madre. Estas
secuencias, de una gran ternura, contrastan con la frialdad del presente. La
yuxtaposición entre pasado cálido y presente desolado crea un cortocircuito
emocional que eleva la narrativa audiovisual.
La figura materna aparece como símbolo del amor
incondicional y del arrepentimiento más profundo. El artista se reprocha no
haberla valorado lo suficiente, y lanza un consejo que suena tanto a
advertencia como a autocrítica: “Got to love your mom, treat her so well /
she’s the only one who care when you’re done with hell”. Cuando todo se derrumba, la madre es quien permanece. Y cuando ella ya
no está, en este caso el vacío lo llena la música.
“Bobbie” es un duelo tardío, una conversación que nunca pudo ser. La música aquí no funciona como un entretenimiento, sino que sostiene, acompaña y contiene. La música se transforma en un espacio para recordar el dolor y acompañarlo.