Cargando entradas...

NAHUEL MARTÍN CASTRO – DISTÓPICO - No puedo ser tu Dios

NO PUEDO SER TU DIOS: La distopía del amor absoluto

Por Esteban Mauricio Soria


La cuarta canción de Distópico, “No puedo ser tu Dios”, la más rockera del disco, nos coloca en un terreno de intimidad urbana, nihilista y de emociones desgastadas. La ciudad de Buenos Aires está aquí convertida en un escenario existencial. Es decir, no estamos ante un retrato costumbrista, sino ante un espacio emocional, un paisaje donde la distopía interna se amplifica y se distorsiona. La “noche cruel” no es solo una hora del día, sino también un estado del alma. Allí se desarrolla una conversación truncada, donde hay un otro, un destinatario que no aparece directamente, pero que está en cada línea.

“No puedo ser tu Dios” propone una mirada profundamente humana sobre la alienación en el vínculo. La frase “aunque no creas nada, te estás perdiendo en vos” condensa con brillante ambigüedad la paradoja de quien se ha vuelto extraño incluso para sí mismo, encapsulado en su propia desconexión. Hay empatía en esa mirada y agotamiento: el yo lírico ya no está dispuesto a sostener la caída ajena con su propio cuerpo.



La línea central —“no quiero ser tu Dios”— es una negación del rol de salvador y también es un rechazo al peso simbólico de ser todo para alguien, de cargar con la expectativa de redimir lo irreparable. El yo lírico expone el agotamiento de sostener a un otro que no puede sostenerse a sí mismo, mientras su deseo comienza a escapar: “mi cuerpo quiere explotar en otro cuerpo nuevo”.

“No puedo ser tu Dios” es una plegaria al revés, aquí el amor ya está roto, y la devoción es tóxica o simplemente insostenible. En el mundo distópico que configura el álbum, renunciar a ser sagrado es una forma de salvación propia. Y también, quizás, de dignidad.


NAHUEL MARTÍN CASTRO