Por Esteban Mauricio Soria
Después de quince años, el guitarrista Mike Shouse regresa
con un nuevo álbum bajo el brazo Jaded, cargado de técnica, buenas
canciones, que los amantes de la guitarra eléctrica disfrutarán a pleno. Es el
resultado de años de reconstrucción personal. Tras perder su casa en un
incendio, atravesar una ruptura y enfrentar el aislamiento de la pandemia,
Shouse convirtió su dolor en una obra monumental, que será lanzado también en formato CD el 5 de septiembre de este año.
Desde su hogar en Jackson, Kentucky, Shouse construyó una
producción de altísimo nivel, convocando a algunos de los nombres más
respetados del rock. En la batería, el virtuoso Charlie Zeleny (Jordan Rudess,
Terry Bozzio) aporta una precisión implacable. En el bajo, James Amhelio Pulli
(Impellitteri) despliega su solidez rítmica demoledora. Pero lo que realmente
eleva Jaded a un plano legendario son las participaciones especiales de
tres figuras monumentales de la guitarra: Michael Angelo Batio, Ron
“Bumblefoot” Thal (ex-Guns N’ Roses, Sons of Apollo) y Tony MacAlpine, quienes
grabaron sus solos desde Alemania, Nueva York y Pasadena respectivamente. La
mezcla final estuvo a cargo del reconocido ingeniero Billy Decker en Nashville,
quien realizó un laborioso trabajo para que todo suena muy balanceado y
profesional.
La verdadera singularidad del disco, sin embargo, radica en
su enfoque compositivo. Este no es un disco de riffs y solos rápidos sin
sentido; aquí hay una arquitectura armónica de alto nivel. Cada tema presenta
una arquitectura armónica compleja y dinámica, con constantes modulaciones que
rompen con cualquier convención.
El título homónimo, “Jaded”, por ejemplo, contiene más de 70
cambios de tonalidad, alterna entre modo mayor y menor armónico cada 4 compases
en la intro, y cada 8 en los coros y solos. Además, cada sección solista
introduce tres modulaciones adicionales. El truco, según el propio Shouse, es
usar notas comunes entre tonalidades para mantener la cohesión melódica, una
tarea extremadamente desafiante que logra con maestría.
“Smiley Faced Emoji”, otra pieza clave, presenta más de 30
modulaciones y fue compuesta como un desafío personal: ejecutar todas las
líneas melódicas en pentatónica mayor.
La ejecución de cada canción es impecable. Desde el inicio
con “(Prelude) Romeo and Juliet” y “(Prelude) Romeo and Juliet” & abre el
álbum con un giro cinematográfico, entre los colchones de teclados y el solo de
guitarra.
“Romeo Is Gone” tiene un riff principal muy heavy metal
clásico con un toque del viejo thrash, hay cambios de ritmo violentos y solos
explosivos que dan una fuerza dinámica y una epicidad devastadora (¡El solo de Michael
Angelo Batio es para enmarcar en un cuadro!).
“A Bitter Cold” es un instrumental de guitarra sola, sin
acompañamiento, que evoca la sensación de un paisaje helado e implacable.
“Let’s Go” apuesta por un groove más marcado y un bajo
protagonista (cortesía de Pulli). Atención a la mitad de la canción cuando hace
aparición Bumblefoot con un solo vibrante y lleno de feeling. ¡El grito
ocasional de “let’s go!” es un arreglo encantador!
También hay pasajes introspectivos como “Memoriam”, donde la
guitarra se encuentra con el piano para construir un clima más introspectivo.
“Bucket of Bolts” se aventura en un terreno sci-fi, mezclando riffs metálicos
con efectos de sonido que remiten a una batalla espacial. Cada track es una
paleta emocional tan variada como su espectro tonal.
Shouse construyó su estilo a lo largo de décadas de
enseñanza, escritura y experimentación —incluyendo sus anteriores trabajos Enter
the Soul (2001) y Alone on the Sun (2010)—, alcanza en Jaded quizás
su punto más alto.
Shouse tiene un regreso triunfal con un álbum que desafía
los límites de lo instrumental y establece un nuevo estándar para el género.
mikeshousemusic.com