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Love Ghost — “Car Crash”: el amor como colisión inevitable

Por Esteban Mauricio Soria



La banda —Bell (voz, guitarra), Ryan Stevens (bajo, coros), Daniel Alcalá (guitarra, coros e ingeniería) y Cory Batchler (teclados, coros)— explora en esta ocasión otra dimensión que amplían aún más su abanico musical sin perder la creatividad. En “Car Crash”, Love Ghost baja las revoluciones y nos regala una balada de piano y voz con una excelente interpretación. Este nuevo single se aparta del híbrido rock alternativo/grunge/metal/hard rock por el que se hizo conocida la banda de Los Ángeles, y parece continuar el camino musical inaugurado con su sencillo anterior, Spirit Box

El arreglo es casi intimista y con un enfoque cinematográfico: acordes de piano que abren el espacio con la voz al frente y sutlies arreglos de guitarras limpias en determinados momentos. Esta economía de recursos le sienta bien a Finnegan Bell, es un marco ideal para que pueda jugar con la expresividad y el color de su voz. 



La canción trabaja con la imagen poética del amor como colisión: el amor tormentoso se experimenta como un accidente. Las señales de advertencia se ignoran (“Red light, should’ve seen it coming”), la conducción se vuelve errática (“I swerve going in and out of lanes”), y al final el fuego consume todo (“Car crash straight into the fire”). La relación es un viaje sin freno, un impulso que, por más destructivo que sea, resulta imposible de evitar.

Lo interesante es que la banda no describe el accidente en clave puramente negativa: hay devastación, sí, pero también hay belleza en las ruinas. El choque deja silencio, dolor y arrepentimiento, pero también la certeza de que algo real sucedió. La interesante estética en escala de grises del videoclip refuerza el concepto que ese amor está ligado a un pasado, contado desde un presente melancólico.



“You are everything I hate and everything I’ve ever loved”. En esa contradicción radica la fuerza poética, representando al amor como un conflicto de paradojas, como una fuerza inesperada, devastadora, pero capaz de dejar belleza en sus escombros. La metáfora del accidente funciona como un lenguaje universal de las pasiones: nadie quiere sufrirlo, pero todos entienden el peso de su poder.