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Entre la fractura y el pulso: Una entrevista con Riverlabs



Desde Santiago de Chile, el productor y compositor detrás de Riverlabs nos presenta su último lanzamiento, Fractured Reality: Human Code, un álbum que transforma la ruptura en reconstrucción: doce piezas que viajan del glitch digital al latido humano.

El disco marca su regreso después de un momento crítico —la desaparición forzada de su catálogo anterior— y simboliza una reconstrucción total, tanto personal como artística. Entre atmósferas cinematográficas, tensiones industriales y melodías que respiran bajo la superficie, Riverlabs convierte esa caída en un “reinicio del sistema”.

Conversamos con él sobre el proceso de reconstruirse, la independencia y las fracturas visibles e invisibles del mundo moderno.

 

Fractured Reality: Human Code marca tu regreso después de un momento difícil. ¿Qué significó para vos reconstruirte tras la caída del anterior lanzamiento?

Reconstruirme después de la caída fue aceptar que algo que quería mucho podía desaparecer de un día para otro. Duele, pero te ordena. Fractured Reality / Human Code nace de esa claridad: si me quitan el piso, lo vuelvo a armar con mis manos. Más que enojo, sentí propósito. El disco registra ese gesto: recoger los fragmentos, darle forma al ruido y encontrar un pulso nuevo.

 


¿Qué aprendiste del proceso de volver a empezar desde cero, de manera totalmente independiente?

Volver a empezar de manera totalmente independiente me enseñó paciencia y foco. Cuidar el corazón del proyecto sin tercerizar lo esencial: composición, concepto y conversación directa con la gente. Aprendí a simplificar, a decir que no cuando corresponde y a valorar lo verdadero: una escucha honesta vale más que mil números inflados. Con un equipo mínimo y leal, cada decisión pesa, pero también se siente más real.

 

¿Sentís que la fractura personal y la fractura tecnológica se reflejan de forma paralela en el álbum?

Sí, la fractura personal y la tecnológica corren en paralelo. El álbum funciona como una “película futurista”, pero en verdad habla del presente: desconexión, pantallas que median todo, conversaciones que se cortan antes de empezar. Es una advertencia de lo que podría pasar… y de cosas que ya pasan sin que nos demos cuenta. Por eso conviven glitches y respiración, estática y latido: en esa tensión aparece lo humano que me interesa rescatar.

 


El disco se divide en dos partes: The Fracture y The Pulse. ¿Cómo surgió esa estructura en dos movimientos?

La estructura en dos movimientos salió sola. Lado A: La Falla (The Fracture) —desorientación, ciudades en silencio, corazones sintéticos. Lado B: El Pulso (The Pulse) —resistencia, colapso y una luz mínima que alcanza para seguir. Quise que se sintiera como una película en dos actos: caída y decisión. Ya tenemos dos videos publicados (“Fractured Truth” y “Synthetic Hearts”), y pronto estrenamos “Silent Cities”, que pone en imágenes esa ciudad detenida, casi como una postal del futuro que nos está alcanzando.

 


La narrativa parece moverse de la desconexión hacia una revelación humana. ¿Hay un punto en el álbum donde ocurre ese giro?

El giro está entre “Echoes of Resilience (versión Bauhaus/NIN)” y “Strings of the Will”: de aguantar a decidir. Después, temas como “The Edge of Time” abren aire y “Invisible Giants” nombra fuerzas silenciosas que empujan cuando parece que no queda nada. No es un final feliz; es un final honesto con una salida. También es un recordatorio: si dejamos de comunicarnos de verdad, el mundo se empieza a vaciar sin ruido. ABRAZO.