Martin
Lloyd Howard is part of a generation of musicians seeking to renew the language
of solo guitar. In addition to his classical training, Howard soon discovered
that his musical sensitivity reached beyond the academic repertoire: rock,
folk, and blues became equally essential expressive languages.
Unanswered was recorded entirely on his
50-year-old classical guitar, a handmade Japanese instrument whose tone —shaped
by decades of use, vibration, wear and memory— has become a fundamental part of
his artistic identity. Howard transforms that material history into one of the
pillars of a piece that aims to convey a state of contemplation, of open
questions that float without needing to be resolved.
For years,
he has explored a fusion of classical performance knowledge with more modern
textures, characteristic of electric guitar and of the styles that shaped his
adolescence, such as Led Zeppelin, Deep Purple, and the British blues
tradition. This blend has resulted in an increasingly personal style, where
classical technique becomes a starting point to expand colors, atmospheres, and
modes of interpretation.
In this
interview, Howard reflects on the irreplaceable sound of his instrument, his
transition from a purely academic approach to a hybrid musical language, his
method of composition, and what we can expect from his upcoming works.
Unanswered was recorded on your 50-year-old
classical guitar. What does that instrument give you that you don’t find in
others?
It’s all a question of sound and tone. The guitar is a hand built Japanese K-Yairi instrument and over time the wood has mellowed (and got a bit scratched and battered in the process) to generate bass notes that are rich and woody and treble notes that are crystalline in their clarity. It would be very hard to replace.
How do
you position yourself between the classical tradition and your explorations in
folk, blues, and rock?
As a teenager, I was captivated by Zeppelin and Deep Purple and wanted to play guitar like Page and Blackmore. But I was also captured by the beauty of classical guitar and took lessons from a brilliant guitar tutor which resonate to this day. Much later, I taught myself some electric guitar techniques and attended some courses which hammered home the fact that they are very different from classical skills. These days, my technical ability is rooted in the classical style, but I use it and adapt it to add colour and variety to my more blues and rock style playing. The two styles don’t have to be completely distinct.
What was
your transition like from classical training to a more hybrid and
interdisciplinary approach?
To be honest, it was quite liberating. Exploring other genres and mixing them up needs flexibility and creativity. But the rigour of classical training acts as a firm foundation.
Do you
record sketches constantly, or do you wait until an idea is more developed
before capturing it?
I rarely record sketches. What I tend to do is come up with an opening idea which I practice and then add additional elements. Quite often I will write down the initial ideas in musical notation (illustrating that value of being able to read and write music) as a basis for further exploration. I normally only record once I have a finalised version that I am happy with and can play at performance standard.
Unanswered is “one of many pieces” you’re
writing. What can you tell us about the material coming next?
I have three pieces in the pipeline. One is complete, but I have not released it yet: it has more of a modal feel rather than a conventional melody structure. The other two are less advanced. One at least will be a duet with my neighbour’s daughter, who I have been teaching for the last ten years: she is very good. Watch this space!
Entrevista con Martin Lloyd Howard: Tradición y
exploración en un guitarrista con historia
Martin Lloyd Howard es parte de una generación de músicos
que buscan renovar el lenguaje de la guitarra solista. Además de su formación
clásica, Howard encontró muy pronto que su sensibilidad iba más allá del
repertorio académico: el rock, el folk y el blues se convirtieron en lenguajes
expresivos igualmente esenciales.
Unanswered fue grabada íntegramente en su guitarra
clásica de 50 años, un instrumento japonés hecho a mano cuyo tono —marcado por
décadas de uso, vibraciones, golpes y memorias— se ha convertido en parte
esencial de su identidad artística. Howard convierte esa historia material en
uno de los pilares de una obra que busca transmitir un estado de contemplación,
de preguntas abiertas que flotan sin necesidad de resolverse.
Desde hace años transita una exploración que fusiona
conocimientos de ejecución clásica con texturas más modernas, propias de la
guitarra eléctrica y de estilos que marcaron su formación adolescente, como Led
Zeppelin, Deep Purple y el blues británico. Esa mezcla ha dado lugar a un
estilo cada vez más personal, donde la técnica clásica es un punto de partida
para expandir los colores, las atmósferas y los modos de interpretación.
En esta entrevista, Howard reflexiona sobre el sonido
irremplazable de su instrumento, su transición desde un enfoque puramente
académico hacia un lenguaje híbrido, su método de composición y lo que podemos
esperar de sus próximas canciones.
Unanswered fue grabada en tu guitarra clásica de
50 años. ¿Qué tiene ese instrumento que no encontrás en otros?
Todo es una cuestión de sonido y tono. Es una guitarra japonesa K-Yairi hecha a mano y, con el paso del tiempo, la madera se ha suavizado (y también ha recibido algunos arañazos y golpes en el proceso), lo que genera graves ricos y amaderados, y agudos cristalinos en su claridad. Sería muy difícil reemplazarla.
¿Cómo te posicionás entre la tradición clásica y la
exploración en géneros como folk, blues y rock?
Cuando era adolescente me cautivaron Led Zeppelin y Deep Purple, y quería tocar la guitarra como Page y Blackmore. Pero también me atrapó la belleza de la guitarra clásica y tomé lecciones con un profesor brillante cuyas enseñanzas aún resuenan en mí. Mucho tiempo después aprendí por mi cuenta técnicas de guitarra eléctrica y asistí a cursos que reforzaron el hecho de que son muy diferentes de las técnicas clásicas.
Hoy en día, mi habilidad técnica está enraizada en el estilo clásico, pero la utilizo y adapto para añadir color y variedad a mi forma de tocar más cercana al blues y al rock. Los dos estilos no tienen por qué ser completamente distintos.
¿Cómo fue tu transición desde la formación clásica hacia
un enfoque más híbrido e interdisciplinario?
Para ser honesto, fue bastante liberador. Explorar otros géneros y mezclarlos requiere flexibilidad y creatividad. Pero la rigurosidad de la formación clásica actúa como una base firme.
¿Grabás bocetos constantemente, o esperás a tener una
idea más desarrollada antes de capturarla?
Rara vez grabo bocetos. Lo que suelo hacer es empezar con una idea inicial que practico y luego voy agregando más elementos. Muy a menudo escribo esas ideas iniciales en notación musical (una ilustración del valor de saber leer y escribir música) como base para seguir desarrollándolas. Normalmente grabo sólo cuando ya tengo una versión finalizada con la que estoy satisfecho y que puedo interpretar a nivel de ejecución en vivo.
Unanswered es “una de muchas piezas” que estás
escribiendo. ¿Qué podés contarnos del material que viene?
Tengo tres piezas en camino. Una está terminada, pero aún no la he publicado: tiene una sensación más modal en lugar de una estructura melódica convencional. Las otras dos están menos avanzadas. Al menos una será un dúo con la hija de mi vecina, a quien he estado enseñando durante los últimos diez años: es muy buena. ¡Estén atentos!


